Hace frío, pero sólo en la calle
Debajo del nórdico no llega el frío, tu cuerpo está a la temperatura justa, imposible determinar cuántos grados son esos. Me acurruco en tu pecho y respiro perfume, me encanta ese olor mezclado contigo.
Me dejo llevar. Me cuentas tu día entre susurros, me acaricias el pelo, me retiras el flequillo y descubres mi cara. Sonríes y me contagias; Te sonrío. Cierro los ojos y me pierdo en tu día, caigo en un sueño poco profundo, estoy contigo pero a la vez estoy conmigo solamente.
Me tocas por debajo de la camiseta, llevo puesta una tuya a modo de camisón, sé que eso te encanta. Subes hasta mi ombligo. Me dices que no has notado nunca algo tan suave como mi piel, que no puedes parar de acariciarla y que no es sólo lo que harás.
Mi cuerpo, abandonado a tus manos, en estado de relax onírico no te responde, sigues subiendo y te encuentras con mis pezones, dura invitación a seguir tu juego. Y te excita enormemente que puedas ponerme cachonda cuando estoy dormida. Muere parte de tu dulzura a manos de tu deseo.
Me besas en los labios, en el labio de abajo, fuerte y pones en práctica esa habilidad para ir bajando mi ropa interior de caricia en caricia. Sin querer me despierto, o puede ser queriendo. Abro los ojos y me encuentro con los tuyos. Despierto mis sentidos que se encuentran con tu mano peligrosamente acariciando el interior de mis muslos. Cambio las palabras por gemidos, sé que en este momento eso lo entenderás mejor.
Me aprietas con fuerza hacia ti, quieres que note, y noto, es imposible no notarlo. Y de repente, te noto de verdad, despertándome de golpe. Como un truco de magia con su tatatachán, una canción que no esperabas al final del concierto, como un deseo cumplido.
Me comes a besos, me muerdes, me chupas el cuello y ese camisón improvisado te parece la peor opción.
Me hablas de mí,
de ti conmigo,
de mí contigo,
de qué es lo que quieres,
cómo lo quieres
y cuánto me quieres.
Eres un genio pervirtiendo sin guarradas. Me llevas otra vez al abandono de tus palabras, a los ojos cerrados, al placer de escucharte y al estado de trance del principio.
Ahora soy yo la que quiere que notes, arqueo mi espalda y empujo mi cadera, obligándote a estar muy dentro. Me abrazas y juegas en ese punto infinito, moviéndonos al ritmo el uno del otro. ¿Quién dijo alguna vez que el movimiento conjunto en el sexo nunca sale como en las películas?. Tu mandíbula apretada, mi boca pidiendo aire. Escalofrío, explosión de sensaciones, palabras al azar, «no pares» con un «para para» , la indecisión más placentera que puede existir .
¡Y de nuevo el tatatachán!
Este más de verdad, indicando de manera visible que el truco ha sido un éxito.
Dedicado a mi Saru del alma y a su insistencia por una segunda parte del otro post. ¡¡Feliz cumpleaños morena mía!!
ole ole y ole, ya era hora!!!
Jajajaja, espero que te gustara tu regalo de cumple xD
Toma toma toma!
😉
Increible
gracias 🙂