Hoy tengo el día Británico
La elegancia que da caminar bajo la lluvia con una sonrisa lo aprendí en Londres. Lo bucólico que queda correr a zancadas largas sorteando charcos también lo aprendí allí. Casi siempre hacía mal tiempo, no siempre lluvia pero siempre ese sentimiento de tener que llevar paraguas. La rabia que da llegar a casa con las zapatillas empapadas, también lo aprendí mientras viví entre ingleses, en el mismo sitio que aprendí a valorar el placer de llegar a casa empapada, darse una ducha calentita y acurrucarse en el sofá.
Me alimenté durante meses de comida precocinada barata, de reduces y meal deals. Aprendí a rebuscar en tiendas de segunda mano y fue feliz compartiendo casa con 9 personas más los amigos de todos ellos.
Aprendí inglés, pero también me traje un sentimiento de respeto hacia mi misma y una pareja más que consolidada, de esas que te calientan los pies viendo series. La lluvia por la calle me hacía pensar y poner mi mente a miles de kilómetros de las paradas de bus, recordar lo lejos que estaba me hacía libre, me sentía valiente y orgullosa. Aun me siento así.
Aprendí el juego de imaginar la vida de la gente del metro, tuve esa época de Sherlock Holmes, la misma que vuelve cuando estoy en la cola del supermercado. De camino a casa, metía la nariz en la bufanda impregnada con la colonia de H y con las zapatillas caladas, maldecía mil veces el wheather de mierda de UK.
Y hoy, un día de otoño pintado de gris inglés, me siento muy british; Camino con la chaqueta y la pasmina, encogida por el aire y con la cabeza llena de memories de uno de los mejores años de mi vida.