Soy de provincia y me asusto en Madrid
Los de provincias tenemos el alma y el corazón pausados, nos gusta ir tranquilos a los sitios y no queremos pasar más miedo del necesario en el transporte público.
Esto es lo que me repetía mentalmente el miércoles en el cercanías de Madrid. ¿Es que toda la gente loker está en la capital? «no, lo que pasa es que Madrid es muy grande y tiene que haber de todo» claaaaro, claro….
Me vi morir entre las paradas de Atocha y Méndez Álvaro en un vagón del cercanías. Seguro que para alguien de la capital la situación que viví no es alarmante, pero yo, vi pasar mi vida por delante.
Eran las 23:30 pasadas del miércoles y en el vagón íbamos Hec y yo junto con un hombrito y otro chico, el cual parecía normal. Sin venir a cuento, el chico empieza a rapear, bueno, eso lo hacen muchos, no alarmarse, eres de provincia pero has vivido en el extranjero, pensé, no pasa nada. Cada vez tenía más flow y hablaba más alto, yo flipaba por momentos, estoy acostumbrada a gente pirada pero hasta un nivel.
Se levanta, rapea con insultos por el pasillo, se viene arriba, rapea más alto y se quita la camiseta mostrando sus músculos de gimnasio, dudo que tuviera una carrera universitaria. Él sigue rapeando, yo cagándome de miedo y Héctor relatándome todos sus movimientos por lo bajini porque yo iba de espaldas al loco.
Me giro y le veo, metido en sus viajes de drogas siderales, insultando al aire, con la camiseta en la mano y haciendo movimientos propios de Locomía. Me entran los siete males y empiezo a flipar mucho. Guardo el móvil, no vaya a ser que me lo quiera robar, yo qué sé. Y aprieto el bolso a lo abuela en el mercadillo, ya veía que venía a por mí: «eh, locah, dame toda la plataah». Le digo a Héctor como 12 veces que me bajo aunque este sea el último tren de cercanías y tenga que ir andando a casa de mi tía.
En esto, el tipo descubre su reflejo en uno de los cristales y la toma consigo mismo. Empieza a insultarse rapeando a unos decibelios rollo música hardcore y de lo rápido que habla no se sabe cuando empieza y cuando acaba una frase, muy fuerte todo esto. Yo, que soy muy paranoica según me dé, me veo con una navaja en el pecho saliendo en las noticias, veo a Héctor vengando mi ataque con un abrebotellas que recordé que tenía en el abrigo, mientras, yo muriendo un miércoles entre dos sillones con una entrada de concierto sin gastar, seguro que los Vaccines me dedicarían una canción como seña de luto. El miedo se apodera de mi mente, me quiero bajar con el tren en marcha si hace falta, me acuerdo de mi Salamanca y no dejo de repetir a Hec que en la próxima me bajo.
No quería mirar al loco rapeante pero mi cabeza se giraba sin querer por morbo y curiosidad, me interesaba saber qué hacía mi futuro asesino. Ver tantas series de policías no me hace ningún bien a la cabeza, y lo sé. En este momento, el loco aprende a abrir la puerta por la gracia de Dios padre todopoderoso y cruza de vagón, dejándome con una tranquilidad y alegría propia de un 5 en un examen que creías suspenso.
A todo esto, ese hombre mayor que estaba a 4 asientos del loker, ni se inmutó. O era su vecino y conocía su intención de no matar, o era de Madrid de toda la vida.
Es que el metro y el cercanías a esas horas da mucho miedito.
Pero, claro, yo también soy de provincias 🙂
Yo para la próxima vez me llevo un spray de pimienta, que seremos de provincia pero tenemos nuestras armas xD